Los ruidos de la calle
No es un libro cualquiera; sus relatos, una cuarentena, buscan, como declara el autor, recuperar "la costumbre de entendernos”, tan perdida en el mundo de hoy. Libro de "fingimientos sobre la ternura, mejor o peor disimulada, repartidos en varios lugares de España, Alemania y Venezuela. Sobre todo, Caracas: escenario de muchas breves crónicas que lo mismo ofrecen al lector atento las peripecias de una terapia de grupo que las dos heridas de una amante.
Atanasio Alegre sabe ver y escuchar, condición esencial del novelista. Descubre, como quien no le da importancia, el fatalismo árabe a través de la limosna callejera; un rincón de París en pleno Parque Central, nivel Lecuna. Libro este que, bien leído, sirve para aprender como conseguir un cargo sin recomendaciones, apoyándose en la fraternidad humana. Aún mejor: se averiguará qué es eso de fragar tres mujeres en un bar y se asistirá a un robo frustrado en una calle ciega. Alegre no puede dejar de mirar el mundo con ojos de moralista, como buen discípulo de Montaigne, al que hace un guiño en el atardecer caraqueño. Pos moralista, se recrea en mostrar cómo es posible resistir la tentación de quedarse con dinero ajeno. Todo pasa en las calles, de ciudad Y de pueblos. Así, es posible "la pasión por lo trascendente” en pleno Llano. O tropezarse, como si fueran turistas, con los presos en la vía pública. O meditar ante la tumba del mendigo desconocido. O descubrir, sin demasiado esfuerzo, que en definitiva la vida es una llave. Y hasta reírse, sin llegar al sarcasmo, de la brevedad de un grande de España. Para no citar la aleccionadora historia del asegurador asegurado.
En ocasiones, Alegre se olvida de su apellido: al caer el día o al evocar sin acritud las soledades Parale as, que tanto abundan. E incluso advierte suavemente, sin dejar de citar a Garmendia, sobre la remota, imposible eventualidad de una guerra civil en Venezuela.
Libro de retazos de la vida, agudo en observaciones, repleto de profundidades, propias de quien no se pierde un detalle de lo que en su derredor pasa: conversación en la cola de un banco o saber “escuchar el silencio". Aún más sutil: levantar toda una teoría vital sobre el olor de cada hombre. Sin olvidar a los clásicos: "una noche de invierno, un viajero".
Libro para leer como se quiera: continuo o a saltos, pero sobre todo para releer: tras su refrescante sencillez de sabia prosa, duerme la todavía enternecida visión del ser humano. Aunque sea en Caracas.
Detalles del libro:
Autor: Atanasio Alegro.
Cantidad de páginas: 167.
Editorial: Planeta.
Formato: Pasta blanda.